Había una vez una preciosa niña de ojos grandes e inteligentes que tenía muchísimas ganas de tener un gatito.
Pero existía un pequeño inconveniente: su mamá era muy alérgica a los gatos y no podían tener uno en casa.
Así que, un día, una duendecilla tejedora del sur, del lugar en donde el sol pasa el invierno, decidió ayudarla. Planeó tejer un gatito dormido, que no le produjera alergia a la mamá, pero que fuera un tierno acompañante de la niña y decidió enviárselo desde las tierras del sur para que llegara el día de su cumpleaños.
Y colorín, colorado, este cuento hispano-suizo se ha acabado. 😉
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jueves, 11 de mayo de 2017
Veo un lindo gatito...
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me gusto mucho tu trabajo. felicidades
ResponderEliminarhermoso!!!
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